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jueves, 4 de marzo de 2010

Misión de EDU en Haití

Nuestro grupo estaba conformado por Sophie Makonnen, Sabine Aubourg-Rieble y Marcelo Cabrol. Sophie es especialista en educación (EDU) en Haití y tiene más de 12 años de experiencia laboral en ese país. Sabine y Marcelo llegaron a Puerto Príncipe en un vuelo chárter desde Santo Domingo.

La devastación es grande e incluso cinco semanas después del terremoto, seguimos sorprendidos por las proporciones de esta tragedia.


Ningún artículo escrito que hayamos leído o imágenes de televisión que hayamos visto pudieron prepararnos para lo que vimos con nuestros propios ojos. La siguiente imagen muestra lo que queda de un edificio de tres pisos.

Muchos de ustedes a lo mejor ignoran que mientras la representación del Banco se mantuvo en pie, los tres edificios que estaban a su alrededor colapsaron. En la siguiente imagen se puede apreciar una de las salas principales del edificio de la ONU. Los escombros de los otros dos edificios son claramente visibles desde las oficinas del Banco.

Como en otros sectores, la situación en el de educación es crítica. Se estima que —tras el terremoto—, el 80 por ciento de las escuelas en las zonas afectadas no son funcionales. También se calcula que aproximadamente más de un millón de niños se han quedado sin escuela y unos 45.000 maestros han perdido su trabajo.

Igualmente, se estima que un cuarto de millón de niños han sido desplazados con sus familias a otras ciudades del interior del país. Las escuelas de esas ciudades enfrentan ahora el reto de acomodar a los estudiantes desplazados.

Queremos ayudar asegurando que las escuelas de aquellas zonas que reciben a los nuevos estudiantes desplazados puedan incorporarlos, pero sin llegar a convertirse en entidades disfuncionales. Tenemos que apoyarlos proporcionandoles infraestructura temporal, materiales y nuevos maestros, sin distinguir entre instituciones públicas y no públicas. Este último punto es importante, ya que el 80 por ciento de los niños que asisten a la escuela primaria en Haití —la mayoría de los cuales provienen de familias pobres— asisten a escuelas que no son públicas.

Las autoridades haitianas se han comprometido a reabrir las escuelas tan pronto como sea posible y a repensar el sistema educativo en su conjunto. Todos los donantes, al igual que el Banco, están dispuestos a apoyar este compromiso.

En todos los ámbitos, independientemente de que hayan sido o no afectados por el terremoto, tenemos que prestar una mayor atención a los niños más pequeños.

Durante nuestra misión, acompañamos a la presidenta chilena Michelle Bachelet a visitar un proyecto de ECD en Aquino, al sur del país, en un viaje en helicóptero. Este proyecto es un esfuerzo cooperativo entre los Gobiernos de Haití y de Chile, en alianza con el BID y el Programa Mundial de Alimentos. Los resultados son prometedores. Por nuestra parte, estamos comprometidos a mantener y ampliar nuestro apoyo.

Como un comentario al margen, queremos comentar que la vista de Puerto Príncipe desde el aire es casi tan impresionante como lo es desde tierra: los techos de la ciudad semejan un océano interminable de color gris —hormigón gris—, salpicado por racimos de color azul conformado por las lonas de las tiendas de campaña de los campamentos de refugiados.

También visitamos una escuela en un campamento de refugiados en el corazón de Petionville en Puerto Príncipe. La escuela está utilizando las instalaciones del Petion Ville Country Club. El campamento está dirigido por la comunidad, los militares estadounidenses y un sinnúmero de organizaciones de socorro. Para ser un campamento temporal, el lugar está bien administrado, ordenado y limpio. Pequeñas empresas comerciales ya están empezando a florecer, no sólo para vender bebidas y alimentos envasados, sino también como peluquerías, lavanderías, etc.

La imagen de abajo, con el letrero "Palacio Nacional", demuestra que, a pesar de las circunstancias, los habitantes del campamento no han perdido su sentido del humor.

El campamento alberga a unas 65.000 personas, de las cuales probablemente 30.000 sean niños en edad escolar. Todos ellos se encuentran temporalmente fuera de la escuela con la excepción de unos 100 niños que han sido matriculados en una escuela que se abrió recientemente en el campamento. Esta escuela es la creación de un empresario social de Haití que ha invertido su propio dinero para dar educación a este grupo de niños en edad preescolar y de primer, segundo y tercer grado, con el apoyo de una agencia de Israel.

Alojada en tiendas de campaña, la escuela tiene todas las características de una escuela de calidad y algunas innovaciones. Un director muy capaz y con mucha experiencia y un sólido conocimiento pedagógico ha elegido su propio grupo de profesores.

Ellos cuentan con un paquete básico de insumos que utilizan intensamente para estimular el aprendizaje. Algunas pequeñas innovaciones también están presentes. Por ejemplo, el equipo de administración de la escuela ha hecho adaptaciones rápidas en los contenidos curriculares básicos, a fin de asegurar que las unidades cortas de enseñanza permitan la evaluación comparativa y la evaluación de sus esfuerzos. Las unidades de corto plazo también permitirán que cuando los niños abandonen esta situación temporal, salgan con una sensación de progreso real. Hemos aprendido algunas lecciones que pueden aplicarse al resto de las escuelas en el país, tan pronto como se reabran tras el terremoto.

Más importante aún, los niños parecían estar muy felices mientras cantaban canciones populares en creole.

También vimos a los niños que todavía están sin escuela.

Después de cinco días de intenso trabajo, nuestra misión en Haití llegó a su fin. Estamos seguros de que el Banco puede hacer una diferencia en lo que a educación se refiere.

Esta semana hemos tenido muchas experiencias nuevas en Haití: hemos sido testigos de la pobreza, conviviendo al lado de la esperanza, los edificios derrumbados y los espíritus intactos. También tuvimos dos experiencias nuevas que compartimos con los visitantes de Washington DC esta semana: tuvimos dos terremotos pequeños, pero inquietantes. Durante dos noches consecutivas —la noche del domingo y el lunes por la noche—, hemos experimentado un ruido sordo seguido por el temblor de nuestras camas.

En otro comentario aparte, Sabine y Marcelo quieren agradecer a Sophie y a su hija Fabiola por recibirlos en su casa. Y ya que Sophie ha tenido la generosidad de ofrecer su casa para alojar a muchos visitantes de DC, su casa es conocida ahora como "El Sophie-tel".

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