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sábado, 13 de febrero de 2010

La historia de las Escuelas KIPP: “Work Hard, Be Nice”, de Jay Mathews

Por Marcelo Cabrol


El libro Work Hard, Be Nice describe la historia de las escuelas KIPP (Knowledge is Power Program) y de sus dos fundadores: Mike Feinberg y Dave LevinLas escuelas KIPP son las escuelas charter más exitosas de Estados Unidos. Feinberg and Levin fundaron la primera en 1994 en Houston, Texas, con apenas 25 años de edad y solo dos años de experiencia como maestros. Feinberg y Levin eran maestros de Teach for America.


El Contexto
El autor sitúa la historia de KIPP en un debate más amplio sobre cómo mejorar el rendimiento escolar de los alumnos en situación de pobreza en los Estados Unidos. Mientras los creadores de KIPP defienden la postura de que mejores escuelas y maestros pueden marcar la diferencia en el aprendizaje de los alumnos, otros autores afirman que se requieren reformas sociales de mayor alcance—como por ejemplo mejoras en la vivienda y en los servicios de salud y empleo—para poder asegurar mejoras sostenibles en el largo plazo.[1]


La primera postura ha llevado al desarrollo de dos políticas diseñadas para afectar positivamente a la escuela pública:vouchers o bonos educativos, con los cuales las familias de los alumnos de bajos ingresos pueden mandar sus hijos a escuelas privadas, y las escuelas charter, que son escuelas con financiamiento público—no cobran cuota— y administración privada. En la mayoría de los casos, el público-objetivo de estas escuelas son las familias de bajos ingresos.


Hoy en día, el movimiento de escuelas charter es la innovación más promisoria para mejorar el aprendizaje en las escuelas públicas de los Estados Unidos. Si bien han aparecido diversos modelos promisorios de escuelas charter, el modelo KIPP es el más exitoso y extendido del país.[2]
Las escuelas KIPP


La primera escuela KIPP fue fundada en 1994 y en la actualidad se ha conformado una “cadena” de 82 escuelas en varios estados con aproximadamente 20 mil estudiantes de escuela primaria y secundaria. Si bien cada escuela tiene su nombre, elige su staff y sus propias reglas, todas comparten los principios y características principales desarrolladas por Feinberg y Levin.


“Work Hard, Be Nice” presenta la crónica del origen de estos principios y características, que resumo a continuación:

  1. Establecer y mantener expectativas altas. KIPP nació con el moto “todos van a aprender”, superador de “todos pueden aprender”. El supuesto filosófico que hay detrás sostiene que si los maestros piensan que sus alumnos son capaces, responden organizando lecciones más desafiantes y aumentan el tiempo de enseñanza. Una condición de entrada a estas escuelas es que maestros, padres y alumnos firmen una “declaración de compromiso” en donde se especifican las obligaciones de cada actor y las sanciones por no cumplirlas.[3]
  2. Copiar la práctica de los mejores profesores en lugar de reformar el currículum. KIPP adopta los métodos y filosofía de los mejores maestros por sus prácticas de aula y por su dedicación. Feinberg y Levin identifican buenos maestros y aplican sus métodos utilizando el currículum ya existente. Dos de los maestros más influyentes en KIPP son Harriet Ball y Rafe Esquith y sus métodos son parte integral del enfoque pedagógico de KIPP.[4] Esto, sin embargo, no implica rigidez, ya que los maestros KIPP tienen permitido adaptar y cambiar sus prácticas siempre y cuando éstas tengan buenos resultados.
  3. Cuidar el comportamiento en clase ya que éste influencia el aprendizaje. KIPP promueve cuatro reglas básicas de comportamiento en clase: (i) sentarse derecho, (ii) observar, escuchar y hacer preguntas, (iii) asentir con la cabeza y (iv) seguir al maestro con la vista. Además, existe un estricto código que no permite la burla entre alumnos ya que cualquier comportamiento de este tipo es inmediatamente discutido en clase por el maestro.
  4. Utilizar toda oportunidad para estimular el aprendizaje. KIPP no sólo extiende la jornada escolar por dos horas (de 7:30 a.m. a 5:00 p.m.), sino que además asegura que el maestro esté disponible en cualquier momento. La tarea escolar diaria es central y los alumnos reciben el teléfono particular del maestro para evacuar cualquier duda. El método también crea oportunidades de aprendizaje fuera de la escuela, visitas de campo, por ejemplo, se convierten en visitas de estudio cuidadosamente planeadas.
En cuanto a los resultados, si bien las escuelas KIPP presentan mejoras en los test estandarizados, sus críticos arguyen que estos resultados están sesgados.[5] Aunque estos críticos reconocen que los alumnos de KIPP son tan pobres como sus pares de las escuelas públicas comparables, estos apuntan a que los padres de alumnos de KIPP están más preocupados por su educación, sus maestros están más motivados y las escuelas cuentan con más recursos que las escuelas públicas tradicionales.[6]Con respecto a este tema, el autor reconoce que la evidencia existente sobre los resultados de KIPP en los aprendizajes es todavía mixta. Se espera que en 2010, Mathematica Inc. finalice un estudio cuasi-experimental que brinde resultados metodológicamente sólidos.


Conclusión - Algunas reflexiones para LAC

“Work Hard, Be Nice” es una crónica entretenida que resalta algunos temas que podrían ser retomados en nuestro trabajo en la región.
  1. El derecho a una educación de calidad, un derecho ciudadano. Según el autor, el bajo aprendizaje de los chicos más pobres en Estados Unidos representa una cuestión de derechos ciudadanos, la continuación histórica de la lucha por los derechos raciales y de las minorías en este país. Este tema tiene paralelo en Latinoamérica en donde las grandes disparidades de resultados están determinadas por la escuela a la que asiste el alumno. En contraste con las escuelas de los países de la OECD, la variación de los resultados dentro de las escuelas latinoamericanas es mínima: si un alumno va a una mala escuela—lo cual acontece normalmente a los chicos de las familias pobres— sus resultados son casi con seguridad malos. El derecho de estos chicos a recibir una buena educación tiene que estar en el centro de la agenda de reformas educativas.
  2. Las expectativas se transforman en realidades.En relación con el punto anterior, es clave que maestros, padres y alumnos en Latinoamérica aumenten sus expectativas sobre el sistema escolar, especialmente, sobre lo que el sistema escolar le puede brindar a los alumnos en condiciones socioeconómicas más bajas. “Todos van a aprender” es una fórmula poderosa.
  3. Hay que promover un ambiente que haga florecer las ideas de los maestros innovadores. La historia de KIPP es un ejemplo de lo que puede ocurrir si se le da apoyo a la creatividad y energía de los maestros, aún los más jóvenes y sin experiencia. Estoy seguro de que hay innumerables maestros ejemplares en la región con planes e ideas para cambiar la educación. ¿Qué es lo que necesita para apoyarlos?
  4. Las escuelas charter son todavía una promesa de mejora. A pesar de que KIPP promete resultados, sus 20 mil alumnos son una fracción del millón de alumnos que hoy se educan en escuelas charter y que reciben educación muy heterogénea en calidad.[7]Esto apunta al desafío de llevar esfuerzos como KIPP a escala Sin resignar calidad. Este es un problema que sigue sin resolverse y que tiene que ser contemplado si se quiere adaptar estos esfuerzos a la región.



_______________________
[1] Ver por ejemplo, Richard Rothstein, Class And Schools: Using Social, Economic, And Educational Reform To Close The Black-white Achievement Gap
[4] Harriet Ball es una de las precursoras de “differential learning”, ver http://www.harriettball.com/ Rafe Esquith es un maestro de Los Angeles, conocido por su metodo basado en la enseñanza de Shakespeare y las largas horas de trabajo, ver http://www.hobartshakespeareans.org/
[5] Lectura mejora más lentamente que matemática, porque matemática se aprende en la escuela pero lectura requiere que se supere los gaps de su hogar y la falta de acceso a libros.
[6] En promedio, las escuelas KIPP son 13% más caras que la escuelas publicas por el tiempo extra de los maestros, pagado por donaciones.
[7] Las escuelas charter matriculan un millón de los 49 millones de alumnos que cursan primaria y secundaria en los Estados Unidos.

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